Los Felices Años Veinte

Los Felices Años Veinte
Imagen de los felices años veinte

viernes, 8 de abril de 2011

Revolución Mexicana

La revolución mexicana tuvo inicio el día 20 de noviembre de 1910.
Una de las principales causas de esta revolución fue que México se encontraba en poder del dictador Porfirio Díaz, los ciudadanos no pudieron elegir gobernante y debido a que un pequeño grupo de personas acapararon el poder, la desigualdad social se hizo evidente: el rico era más rico, viviendo en palacetes al estilo europeo, y los pobres eran más pobres, intentando al menos “sobrevivir” en pequeños jacales. Pero también inició otra capa social antes desconocida: la clase media, gracias a la cual, los empresarios sumaban sus riquezas.
Francisco I. Madero, fundó el Club Democrático Benito Juárez y posteriormente creó una red de intercomunicación entre los círculos opositores al régimen porfirista. Para 1908 publicó su obra: “La sucesión presidencial en 1910” en donde  plasmó un estudio de la dictadura militar y planteó la necesidad de crear un partido independiente que lograra la efectividad del sufragio y el triunfo del principio antirreeleccionista, con el cual se combatiría la dictadura de Porfirio Díaz.
Díaz, pensaba que el pueblo de México ya estaba listo para comenzar a vivir un gobierno democrático. Así, permitió que se crearan partidos y se postularan candidatos para finalmente votar por un nuevo presidente. Madero aprovechó esta nueva posición de Díaz y fue postulado como presidente del partido que fundó.
Madero fue encarcelado en Monterrey y posteriormente trasladado a San Luis Potosí, siendo acusado de haber pronunciado un discurso en el que injuriaba al Presidente. Con Madero fuera del escenario, Porfirio Díaz – a través de un fraude electoral – es reelecto presidente de México y hasta ese momento, Madero es puesto en libertad a condición de que abandonara la ciudad. Madero se va a Texas y estando allá promulga el llamado “Plan de San Luis Potosí” el cual decía: “el día 20 de noviembre desde las seis de la tarde en adelante, todos los ciudadanos de la república tomarán las armas para arrojar del poder a las autoridades que actualmente gobiernan. Los pueblos que estén retirados de las vías de comunicación lo harán la víspera”. Y este plan que subrayaba el principio de: “sufragio efectivo, no reelección” fue el acicate para que la Revolución diera inicio.
El primer brote sangriento se dio el 18 de noviembre cuando Aquiles Serdán, uno de los más puros revolucionarios, fue asesinado en su casa. Posteriormente inició la lucha armada en Chihuahua. Francisco Villa, se levantó en el Sur.
Después de seis meses de lucha Madero llego al poder pero Zapata se levantó en armas pues se sintió traicionado.
La situación nacional se hizo muy compleja y es entonces cuando aparece Victoriano Huerta quien engañaba al presidente y estaba de acuerdo con los intereses extranjeros. En enero inicio la decena trágica. El 22 de febrero Francisco I. Madero fue asesinado por la espalda. Después de esto Huerta llegó al poder, pero fue obligado a dejarlo en 1914.
Venustiano Carranza se levantó en armas en Coahuila y los revolucionarios lo tomaron como caudillo con el objetivo de restaurar el orden constitucional.
Al mismo tiempo, la fraternidad de los hombres de armas y de caudillos dejó de funcionar. Villa ya era enemigo de Obregón y Zapata de Venustiano Carranza.
Para 1917 se promulgó la Constitución en la ciudad de Querétaro y el presidente Carranza se convirtió en el primero en gobernar bajo un régimen constitucional.
Para 1920, es decir, diez años después de iniciada la revolución, Madero, Zapata y Carranza, ya habían muerto, pero su legado, trabajado ahora por los nuevos caudillos revolucionarios estaba próximo a marcar el final de la revolución.
La Revolución mexicana fue sin duda el primer gran movimiento del siglo xx que logró transformar radicalmente las estructuras económicas, políticas y sociales del país. Sin su análisis no puede entenderse el proceso de modernización seguido por el país ni las características que adoptó su desarrollo a lo largo de esta centuria.
Por las fuerzas motrices que la hicieron posible —campesinos, indígenas y obreros— la Revolución tuvo un carácter eminentemente popular; encarnó asimismo importantes demandas políticas y sociales surgidas
s de la opresión, la injusticia y la desigualdad acumuladas por más de 30 años de dictadura.
A fines de la década de los veintes, con la fundación del Partido Nacional Revolucionario, padre del Partido de la Revolución mexicana (PRM) y del Partido Revolucionario Institucional (PRI), la mexicanidad y la nación fueron introducidas como última instancia espiritual y como únicas finalidades legítimas de toda acción.
México y la unidad revolucionaria de los mexicanos se volvieron verdaderos fusiles ideológicos apuntados contra los réprobos, los adversarios de la línea oficial que, por definición, encarnaba los mejores afanes de la Revolución, del pueblo y de la nacionalidad. Los gobernantes podían barajar a su gusto todos los lemas de la obligatoria entidad llamada México; quienes se apartaban de sus dictados incurrían de inmediato en el estigma de predicar "doctrinas exóticas", según la perdurable expresión del presidente Calles (1924-1928), artífice de la institucionalización postrevolucionaria (1929-1934).
México, nación, revolución y régimen, se volvieron términos intercambiables en el corazón del nacionalismo revolucionario, fruto genuino de la incomunicable experiencia de autodescubrimiento que trajo la Revolución y surtidor de una nueva retórica de la concordia, llamada a mitigar los enfrentamientos particulares y a garantizar la estabilidad del nuevo orden, que no fue sino el de la final reconciliación del país y sus instituciones en la nacionalidad revolucionaria.

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